miércoles


Una gota que cae en un lago

Una hoja que se desprende de la rama de un árbol

Una ráfaga de viento que inesperadamente llega desde afuera


Así, de repente, aparece el llanto, la emoción.


Particularmente, existe una actriz inglesa, aunque ya haya participado en gran cantidad de películas norteamericanas, que tiene una especial facilidad para inducirme en ese estado.

Kate Winslet.

Aunque cueste admitirlo y provoque risa en los incrédulos, me emocioné cuando yo la vi actuar por primera vez en la mega producción de James Cameron, “Titanic”.

Me emocioné también, con creces, en la genial y creativa “Brillante resplandor de una mente sin recuerdos”.


Hoy a la noche, volví a hacerlo cuando vi la película “Iris”, sobre la relación entre la novelista Iris Murdoch y su esposo, John Bayly.

Me gusta encontrar coincidencias en la vida. Puede sonar supersticioso.
Pero, al menos me agrada pensar en la certeza del poder que Kate Winslet, su cara, su rostro y su forma de mirar, tienen sobre mí.

Golden slumbers...

Y gracias, amigo Kasparov, por estimularme a seguir escribiendo esto.